Érase una vez en la bonita ciudad de Brujas, una joven muchacha encantadora que llevaba el suave nombre de Serena. Estaba enamorada del joven escultor Arnout. Desgraciadamente, no podía casarlo ya que se veía obligada a hilar por mañana hasta la noche para su madre que era viuda y que tenía aún otras muchachas y un hijo que alimentar. Un día de otoño soleado fue en paseo soñando al mismo tiempo con su amor imposible. Se sentó y se dormido de cansancio. Repentinamente hijos plateados se reflejaron a caer árboles formando un bonito dibujo florecido sobre su delantal. Se despertó, y toda maravillada de lo que transfieren sus ojos, ella se incurrió en a la casa. Con hijos recortados de su rueda rehizo el dibujo maravilloso. Cuando la obra se acabó un rico negociante pasó y compró el bonito trabajo. Pronto se hablaba por todas partes del espléndido encaje de Serena y los compradores se presentaban numerosos. Serena se convirtió en rica y pudo por fin casar al príncipe de sus sueños. Vivió feliz por muchos años a sus lados durante.
Por ello ha nacido el encaje, que desde más de cinco siglos hace el renombre de Brujas, la capital mundial de este arte espléndido.
